¿Existe algún secreto en nuestros genes que pueda ayudarnos a vivir más? Esa sigue siendo una pregunta que despierta el interés de científicos y ciudadanos por igual, y el caso de María Branyas sigue dando de qué hablar.
Hace un año fallecía María Branyas, la mujer más longeva del mundo. Lo hacía con 117 años, una edad a la que contadas personas a lo largo de la historia han podido llegar. Pero desde unos meses antes de este suceso, su caso ya había llamado la atención de la ciencia. En concreto, de Manel Esteller, Jefe del grupo de Epigenética del Cáncer del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras.
Esteller se puso en contacto con María Branyas para tratar de desentrañar si el secreto de su longevidad se encontraba en sus genes. Para ello tomó muestras de sangre, saliva y orina de la anciana, y obtuvo conclusiones que han salido a la luz recientemente, aunque ya de primeras detectó que la edad de sus genes era aproximadamente una década menor que la que correspondería por su edad biológica.
Los factores que influyen para vivir más
Aunque la genética tiene un peso indudable en la mayor o menor probabilidad de que podamos gozar de una larga vida, Manel Esteller aclara que ni de lejos es el único factor. Otros, como la dieta o los factores ambientales también juegan un papel relevante.
Entre estos últimos llama la atención uno que casi nadie tomaría en consideración. Y es que se cree que las personas que sobreviven a catástrofes suelen desarrollar una ventaja adaptativa que les permite vivir más. En el caso de María Branyas, además de sus genes, esto pudo habe